miércoles, 13 de junio de 2012

Cuanto nos esforzamos ?


Las cosas que merecen la pena cuestan. A veces, queremos volar, levantarnos de nuestras rutinas, procurar metas de excelencia, pero desistimos ante los esfuerzos y sacrificios que exigen. Los grandes hombres, todos los que han sobresalido en lo político, en lo científico, en lo cultural, en la santidad, lo hicieron porque quisieron con radicalidad algo y comprometieron sus vidas a lograrlo, sin importar lo que costara, ni los esfuerzos y sacrificios que implicaran. Nosotros no queremos nada enserio, con radicalidad. Por eso, somos tan mediocres en todo. Querríamos que se nos dieran las cosas pero sin esforzarnos de veras. Desistimos ante la primera dificultad. Nos faltan garras. Nos gustaría volar, pero no estamos dispuestos a juzgarnos la vida en esta empresa.

La Cultura light de nuestro tiempo rehúye al sacrificio, el esfuerzo, el vencimiento y ofrece a los jóvenes las promesas de una plenitud vana y hueca, mediante la satisfacción de todos sus caprichos, que renueva permanentemente para tener atrapado nuestro corazón y para que permanezca inalterable el afán de comprar y consumir. De ahí la necesidad de una educación que se oriente a formar la voluntad, el coraje, la responsabilidad, la constancia que combata el egoísmo, que cincele corazones fuertes y generosos. Querer a los alumnos implica ayudarle a ser mejor, a levantarse de sus rutinas, del consumismo ramplón, de la vida sin pasión y sin sentido. Educar es guiar a los alumnos siempre hacia nuevas y más difíciles cumbres para que sean capaces de volar, de levantarse de sus rutinas y caprichos que los atenazan contra el suelo, de vivir a plenitud, de ser genuinos ganadores.

Los jóvenes tenemos que comprender que el estudio supone esfuerzo, vencimiento, superación. La televisión nos vuelve pasivos, incapaces de asumir la responsabilidad de un aprendizaje autónomo y personal que implica vencimiento, voluntad, coraje.

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